lunes, 25 de septiembre de 2017

Comentarios y experiencia sobre el sismo del 19 de septiembre 2017

La verdad es que mi blog no tiene tantas vistas, hay entradas que sí las tienen pero no hay mucha influencia de él sobre la red, y por eso creo que tal vez esto quede como algo volando por ahí al aire... Aún así abriré mis pensamientos en este momento.



No había tenido tiempo de hacer una entrada completa sobre el tema, de hecho, tampoco es que tenga ese tiempo ahora.

En fin, lo que les voy a decir es que estoy bien, más tranquila y atenta a comentarios.



El evento

Estoy bien, aunque la verdad no me siento a salvo pues estoy aún en la oficina y no he dormido bien desde el primer temblor de 8.1.

La razón por la cuál estoy tan estresada es que fue en esta zona (donde curiosamente estoy en este momento) donde se registraron mayores daños en la Ciudad de México. 

Ese día estaba haciendo un conteo de los peores sismos de México porque mi jefe me lo pidió, estaba viendo la página del sismológico nacional cuando de repente sonaron las alertas sísmicas.

Estaba tranquila porque fue una alarma intencionada, por si no saben cada año el 19 de septiembre en la cdmx se realiza el llamado megasimulacro en prevención debido a las tantas muertes de aquel fatídico día del 85, es la obligación de los ciudadanos mexicanos hacerlo. 

Justamente habían pasado 32 años.

En fin, salimos, y en nuestra empresa el simulacro no duró ni dos minutos para nosotros (cosa que se me hizo medio raro y medio no, ya llegaré a eso) y volvimos a nuestros deberes cotidianos.

Es realmente curioso porque estamos tan acostumbrados a escuchar esa alarma sísmica que cuando regresas a tu silla y lo dejas ir como algo lejano, oír una alarma es un evento random, nunca sabes si va en serio o es un simulacro, algo que no importa. Pero esta vez fue diferente pues hace unos días también, fuimos testigos de un sismo 100 veces mayor al de 7.1 (8.1)... Así que esa seguridad no estaba del todo en nosotros, y hablo por todos porque ¿a quién se le iba a olvidar ver esas luces en el cielo que aparecieron aquella noche que tembló?



Volviendo, pasaron los minutos y yo volví a mis tareas, esta vez me dijeron que hiciera fotogramas de vídeos de Oaxaca y Chiapas, puesto que el primer sismo afectó la zona sur de forma incalculable. Así que ya estaba en total ambiente y en aura de negatividad.

Ejemplo de un fotograma que capturé, Asunción Ixtaltepec


Con cada video se me revolvía el estómago, pero cuando revisaba los fotogramas que había generado, realmente me daba un bajón de energía y motivación, casas destruidas, sin techo, gente que se instalaba en los patios de sus casas... Bueno, que para ser ajustador de siniestros se debe tener un corazón de piedra, porque de ver a toda esa gente (que ya había sufrido el paso de Katia, Max, etc...), sin nada y todavía ponerse a verificar que se cumplan los requisitos para asegurarlos, la neta no puedo. Simplemente quería echarme a llorar. El primer terremoto se llevó la vida de muchas personas en el sur de México y nadie decía nada, ni siquiera yo y eso que tenía las imágenes en mi pantalla. Aún así me di cuenta que había gente que sí se había dado cuenta:

Brigadas del IPN, hacia Oaxaca desde el inicio de la tragedia...

Ahí sí se me salieron unas lágrimas de orgullo. Nunca me arrepentiré ser del IPN.



Bueno, yo estaba en ese mundo llamado Oaxaca y Chiapas, cuando de repente mi mesa empezó a vibrar y luego a moverse bruscamente. Inmediatamente pensé lo inevitable.


Volteé a mi izquierda y mi compañero de mesa ya estaba viendo hacia la puerta. Mi mente lo razonó tan rápido (porque ya estaba viendo con mis ojos lo que había ocasionado un sismo), que me levanté y agarré mi teléfono con calma.

Un compañero salió disparado (como lagartija diría Lee) hacia la puerta principal (y de vidrio y recién compuesta por cierto porque días antes un sujeto no la vió y se le quebró aquel enorme vidrio en el cuerpo, en fin que por eso mi compañero no la podía abrir porque no quedó bien), los nervios le fallaron y yo ya me estaba empezando a acelerar. Fuimos saliendo casi de dos en dos, pero me di cuenta que no todos lo lograron. Entonces empezó a sonar la alarma sísmica.

Ya afuera no entendía del todo lo que ocurría, estaba medio leve, y me confié tal vez de más, me quedé junto al edificio (cosa que les digo que fue muy estúpido), pegada a un carro estacionado afuera, entonces se oyó un crujido, y ahí fue cuando empezó lo feo.

No era normal, ese temblor no era para nada un simple sismo.

No lo podía creer, no podía ya ni agarrarme del carro, inmediatamente alguien dijo que nos fuéramos al camellón, y lo hice pero mirando hacia arriba, los árboles parecían tener más vida que los que estábamos ahí aterrados, y los cables danzaban. Un compañero se me acercó y lo único que pude hacer fue abrazarlo:

"¡No me sueltes, por favor!", fue lo único que pude decirle...

Muchos querían ir hacia la iglesia de enfrente.

Se los juro, el movimiento me tiraba al suelo y eso que estaba abrazada a mi compañero. De repente se puso peor y entonces la iglesia, que tanto me gusta, hizo algo que me asustó muchísimo. Empezó a arrojar todo el campanario a unos metros de mí. Comencé a gritar y ahí fue cuando todo se hizo gris, había polvo en todas partes, la gente gritaba, cuando la iglesia se empezó a destrozar, alguien entró en pánico y gritó: "¡Al parque! ¡¡¡¡Corran hacia el parque!!!!" Y todos empezaron a correr, pero yo no podía ni quedarme parada... Mi compañero me empujó y se fue y yo me caí a la tierra que había en el camellón de las flores.

El sonido se hizo peor y sólo escuchaba las ventanas crujir, unas romperse, escuché ruidos que nunca olvidaré. Y la alarma sísmica no se callaba. 

Me asusté muchísimo.

Me acordé de mi hermano, de Carlos, de muchas personas, pero no sabía a quién llamar y decirle lo que estaba pasando, estábamos en shock. Plaza Río de Janeiro nunca estuvo tan llena de personas y lo sabía porque estaba a unos metros.


Carlos... Lo vi salir como si nada de la empresa. Me enfadé mucho con él, porque no vió lo que pasó afuera y estaba actuando como un soquete.

No paraba el temblor pero al parecer lo peor ya había sucedido (equivocación).


La empresa estaba ahí pero yo sólo veía a mi máxima autoridad en el camellón sin dar señales de nada. 


La ciudad se quedó unos segundos en silencio. Como si nadie se enterara de lo que pasó. Fueron como 30 segundos de incertidumbre.

Entonces empezó la tragedia: Ambulancias, bomberos, gritos, sonido de derrumbes. De todo señores, no había luz, no había señal... personas llorando en el suelo, gente intentando fumar, confusión, fake news al momento.


Más gente empezó a emerger.


Y en toda esa acción sólo pensaba en mi hermano, escuché que se estaban derrumbando edificios, le marqué pero mi teléfono estaba muerto, solo obtuve un momento capturado en vídeo. No podía contactar a nadie y tenía ansiedad.


Estaba platicando con mis compañeros más cercanos, intentaba estar bien pero nada que ver, mi hermano estaba en la escuela y es el único de la familia que me importa.

Entonces volteé a ver a mi jefe que seguía en el camellón hablando con más gente y puff!

¡Ahí estaba mi hermano!

No lo podía creer, grité su nombre y él volteó a verme.

Fue una sensación de sentimientos encontrados, no podía creerlo, yo creo que nadie.

Corrimos y nos abrazamos, y es que él es el único que puedo abrazar de mi familia sin sentirme incómoda.

Cuando lo abracé, sentí que el mundo estaba bien.






Zona Cero

En fin, mi hermano apareció y me contó que estaba en el Hospital Obregón. A él le tocó ver toda esa zona hecha (perdón por la expresión) shit.

Dijo que le tocó en el edificio y sintió que se moría ahí, porque ese edificio está lleno de vidrios y es viejísimo (y como olvidarlo si desde mi infancia lo recuerdo exactamente igual por dentro). Cuando él notó que temblaba salió corriendo de ahí antes que nadie. Desalojaron el lugar y él vio a la pobre gente en camilla, silla de ruedas, recién operados, etc. y es que el Obregón es un hospital de especialidades.

Decidimos irnos a casa caminando.

Yo no les he dicho pero mis ligamentos  de la mano y de la rodilla estaban dañados, así que irse caminando era todo un reto. Estaba lastimada y me costaba trabajo caminar.

Lo meditamos y Carlos y mi hermano decidieron no hacerlo, pero yo los convencí de que estaba bien.


Mi jefe (que es ingeniero ajustador), nos dijo que una primaria con niños se había derrumbado, que varios edificios se habían caído, etc. Mi corazón estaba al cien, antes me gustaba investigar acerca de los sismos y huracanes, y ese gusto de investigar se hizo mayor cuando llegó el geofísico a nuestra empresa, todos sentíamos curiosidad por lo que decía aunque terminaba siendo bulleado. De todas maneras era muy consciente de que un sismo que llegue a tirar varias construcciones, era porque fue un equivalente al del 85. Me sentó mal la noticia, especialmente la de la primaria.

:(

Ay mis amigos lectores, después de tanta tontería, llegar al punto de no saber a dónde ir, si ayudar a la gente, si llegar a casa para ver si tu madre esquizofrénica no entró en crisis o ir a buscar a tu padre... No sé, es algo muy difícil.

Las únicas personas con las que tuve contacto ese día (y me alegro en parte que así fuera porque son los principales en mi vida) fueron mis amigas y los geógrafos. Mi padre y mi madre nunca se comunicaron con nosotros.

Empezamos a caminar, adjuntaré algunas imágenes que mi hermano tomó. Yo no podía tomarlas.









Estuvo muy cabrón, vimos incendios, edificios altamente dañados, colapsados, gente caminando a montones... era una Ciudad que una noche antes había visto destellante, hermosa y esa Ciudad ahora era un caos, la hermosa Ciudad estaba irreconocible, patrullas en todos lados, nubes de polvo en todas partes, un ruido como que sólo escuché una vez cuando explotó la mina por mi casa... 

Yo aún no cabía en la cuenta de lo que se avecinaba.

Caminamos por dos horas hasta llegar a boulevard.

Ahí paramos y alcanzamos un camión el cual estaba lleno y a duras penas entramos los 3.



Zona de inestabilidad

Trabajo en una empresa de ajuste de siniestros, si pasa algo en un lugar, varios de mis compañeros vuelan a ese lugar a inspeccionar los daños, la mayoría son hombres por esa misma razón, hay muchas zonas en las que es imposible pasar con carros y tienen que llevar maquinaria entre otras cosas pesadas, así que si eres mujer y eres ajustadora y vas a inspeccionar en zona rural déjame decirte que tienes mis mayores respetos.

Como sea, yo me encargo de hacer una página para estas personas, es un trabajo no muy complicado pero sí muy desalentador, debido a tantas cosas que luego me dicen. También a veces me siento la mala, se necesita ser muy exactos y (como la mayoría son ingenieros y arquitectos de otros países), son algo fríos; y así una chica con corazón de pollo ha logrado estar en una empresa donde se vive el estrés en persona y donde la mayoría son del sexo masculino. Estar ahí es como el wallstreet de los claims.

He pasado todo este tiempo viendo de cerca cada maldito evento, y es algo que admiro de todos los que trabajamos ahí, todos damos nuestro mayor esfuerzo, pero esta vez... Esta vez mi corazón no sabe qué hacer, después de este sismo me han traído en chinga con fotos, vídeos, con análisis, fue difícil los primeros días porque estaba asustada y casi en la zona cero de todo el cataclismo. Tenía que quedarme con todos a horas extremas de la noche, y cada maldito sonido me alarmaba, afuera sonaba gente pidiendo auxilio, edificios tirando lo que quedaba de sus estructuras, patrullas, bomberos, era como si nunca se hubiera acabado ese día de septiembre.

Creo que no se imaginan la carga que sentí en el momento en el que me dijeron que nuestra empresa sería la encargada de todo y que lo que se iba a vender lo iba a hacer yo.


Aún no entiendo cómo es que llegué a tener que involucrarme directamente con todo lo que pasaba en México. 


Un día alguien me dijo que era una persona fuerte, pero el viernes por la tarde iba en el metro atascado de gente, no pude más y me eché a llorar.




Burbujas

Sigo aquí y ya está todo más tranquilo. Me parte el alma ver esto, pero saldremos adelante.

Compré unas burbujas el sábado, las soplé y todos intentaban atraparlas y por primera vez yo y los del vagón pudimos sonreír.

Ahora en la Roma, se escucha a lo lejos el vendedor de los tamales y eso me hace sentir mucho mejor.











Tengo que ir a casa descansar, pero aún tengo un asunto pendiente y está en mi mochila ahora. Me iré de casa.







El mundo es un semáforo en verde y tenemos que continuar a pesar del mal del mundo.